Nuestra idea inicial era subir al Pico del Lobo, pero con el pronóstico de tiempo, inestable para el Sábado, cambiamos de idea e improvisando sobre la marcha, nos acercamos a este gigante de la solitaria Sierra a la que dá nombre.
SITUACIÓN
Sierra del Ocejón. Sierra de Ayllón. Sistema Central.
PUNTO DE PARTIDA
Carretera GU-186 de acceso a Majaelrayo, frente al desvío de Robleluengo.
Desde Majaelrayo, salir del pueblo por la carretera GU-186, que es la carretera de acceso desde Guadalajara. A la altura del desvío a la pedanía de Robleluengo, sale un pista a mano izquierda (a mano derecha desde Guadalajara), donde se puede dejar el coche.
Para llegar a Majaelrayo (Guadalajara), ver la GUIA REPSOL.
CARTOGRAFÍA
Sierras de Ayllón y Ocejón 1:50.000. Editorial La Tienda Verde.
MAPA
RESUMEN
DESNIVEL: 1.000 metros (+/-)
DISTANCIA TOTAL: 15 km.
TIEMPO TOTAL: 06:00 horas.
DIFICULTAD: Fácil (F).
Itinerario fuera de sendero al comienzo de la ascensión, el resto por pista o sendero bien definido.
MATERIAL: Nada reseñable.
ASCENSIÓN
Por la carretera de acceso al Puerto de La Quesera, el tiempo no pinta muy bien, por lo que continuamos con el coche en dirección a Majaelrayo.
La niebla cubre el Hayedo de La Pedrosa.
Aunque parece que un poco más abajo comienza a abrirse algún claro.
Pero el viento pega fuerte por aquí.
Tras las innumerables revueltas de la pista-carretera hasta Majaelrayo y más de 1 hora de coche desde el puerto, nos aproximamos al que será nuestro objetivo de hoy.
Ocejón jugueteando con las nubes y Majaelrayo a sus pies.
Continuamos hasta llegar a Majaelrayo, donde vemos por la calle a Jesús García, el abuelo del anuncio de Mitsubishi que se hizo famoso con su frase célebre: "Y el Madrid qué, otra vez Campeón de Europa?" y tras dar una vuelta con el coche decidimos salir por la carretera GU-186, que es la carretera principal de acceso al pueblo desde Guadalajara.
Frente al desvío de Robleluengo, localizamos una pista forestal que asciende por lo que aparcamos el coche y comemos algo antes de empezar a andar.
Hacia allí nos dirigimos.
Poco después, la pista desaparece por lo que nos toca avanzar atravesando zonas de pastos y monte bajo, en busca de la pista que asciende paralela al Arroyo de la Gargantilla.
Andando por la zona más practicable.
Vamos rodeando los muros de alguna finca abandonada.
Acompañados a ratos de un viento un tanto desagradable.
Tras avanzar durante un rato "llanenado" entre los pastos, intuimos donde se encuentra la pista y nos dirigimos hacia ella.
Saltando algún murete que nos complica el paso.
Llegamos a la pista, con el Ocejón de fondo.
Ascendiendo por la pista, llegamos al cruce con la pista que desciende a Majaelrayo, y por la que avanzamos hacia la derecha unos metros hasta el cruce con la pista que asciende en dirección al Collado Perdices.
Dibujando sucesivas zetas y en continuo ascenso, la pista nos conduce a introducirnos en el tupido bosque de robles que tapiza la ladera occidental del Ocejón.
Quercus pyrenaica invanden el paisaje.
Avanzando entre gayubas, jaras y robles, a la salida del bosque, el camino asciende en máxima pendiente hacia el Collado Perdices.
Poco antes de llegar al collado.
Tras unos minutos, donde la pendiente se acentúa y el avance es un poco incómodo por la inestabilidad del suelo, llegamos al Collado Perdices, donde el viento sopla con fuerza.
Majaelrayo desde el collado y la Sierra de Ayllón de fondo.
Las nubes nos dejan estampas curiosas.
Desde aquí, ascendemos por un sendero en dirección a la cima, guiados en todo momento por los hitos y las marcas amarillas y acompañados por el viento, un tanto desagradable.
Vista atrás, de allí venimos.
Y hacia allí nos dirigimos.
Camino de la cima, la vegetación desaparece y el sendero discurre por un pedregal de pizarra, característico de esta Sierra.
Observamos el Ocejoncillo, que se sitúa a nuestra derecha, pero se hace tarde y el cielo está cada vez más cubierto, por lo que continuamos ascendiendo por el sendero sin entreternos más de la cuenta.
Nubes amenanzantes en el ascenso.
Por suerte, la cima ya está cerca.
Tras remontar los últimos metros, siguiendo los hitos y azotados por el viento, nos aproximamos a la cima.
Donde el viento sopla con más fuerza.
Cima del Ocejón (2.048 m).
El cielo está bastante cubierto por lo que la visibilidad no es muy buena, así que decidimos hacer algunas fotos sin demorarnos y comenzar el descenso cuanto antes.
El viento es muy intenso y no invita a quedarse mucho tiempo en la cumbre.
Sierra de Ayllón totalmente cubierta y el Ocejoncillo en primer plano.
Las pizarras salpicadas de pequeños matorrales.
Mientras las laderas se cubren de robles y de pinos.
Algunas masas procedentes de repoblaciones.
Nos refugiamos junto al vértice geodésico del viento un par de minutos, mientras observamos las nubes a nuestro alrededor.
Es complicado mantenerse de pie en la cima.
Mientras el sol intenta salir tras las nubes.
Iniciamos el descendo rápidamente, desandando el camino de ascenso de hace un rato, siguiendo los hitos en todo momento y confiando en que el viento cese unos metros más abajo de la cima.
Las pizarras ceden paso a los matorrales.
Y el sol se asoma tímidamente a ratos.
Unos metros más abajo, el viento cesa casi por completo y paramos para hidratarnos un poco y recuperarnos de las ráfagas de la cima.
Hacia allí nos dirigimos.
Vista atrás, el Ocejón en el descenso.
Siguiendo el sendero, descendemos con rapidez para entrar en calor y llegar cuanto antes al coche, si es posible antes de que se nos haga de noche.
El viento no sopla tanto pero estamos destemplados.
El sendero delimitado por las gayubas y los brezos.
Mientras las pizarras aflora por cualquier lugar.
Descendiendo sin entreternos demasiado, llegamos al Collado Perdices, donde el viento cesa por completo y nos dá una tregua.
Vista atrás en la llegada al collado.
El sol recobra fuerzas en las últimas horas del día.
Unos metros más abajo, antes de entrar en el robledal.
Avanzamos por el bosque disfrutando de la estampa otoñal de los robles y siguiendo el sendero por el que hemos subido hace un par de horas, mientras las últimas luces del día nos acompañan.
En ocasiones el sotobosque invade el camino.
Aunque en algún claro observamos la Sierra de La Puebla.
Poco a poco, el sendero se ensancha y atraviesa el robledal en dirección al Arroyo de la Gargantilla, por el mismo camino que hemos utilizado en la subida.
El camino de vuelta no tiene pérdida.
Tras abandonar el rebollar, descendemos siguiendo los sucesivos virajes de la pista hasta llegar al cruce con la que desciende a Majaelrayo, donde giramos a la derecha y, tras avanzar unos metros, retomamos la pista paralela al Arroyo de la Gargantilla, por el que hemos subido.
Para no complicarnos atravesando las zonas de pastos como hicimos en la subida, descendemos por esta pista hasta llegar a la carretera GU-186, y de ahí nos encaminamos en dirección a Majaelrayo, hasta encontrar el coche frente al desvío de Robleluengo, al cual llegamos casi de noche.
Antes de marcharnos, nos acercarnos a tomar un caldo calentito en un bar de Majaelrayo, donde una agragable chimenea nos hace entrar rápidamente en calor.
Para consultar otras Ascensiones en la Sierra de Ayllón o en el Sistema Central, pinchad en este enlace: INDICE DE ASCENSIONES POR SISTEMAS.
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